lunes, 27 de julio de 2009

Capítulo II: Que trata de cómo Cradum y Nomir conocen al misterioso Kjata.

El sol de la tarde se colaba al interior de la posada de Naram tras librar una extensa batalla contra la mugre y las telarañas, para posarse sobre la húmeda madera y bañar a los clientes. El trinar de las aves se oía alrededor, brindando paz a los campesinos que tenían la paciencia para pararse y escuchar a la naturaleza. Krulem no era una de esas personas; siempre había sido muy nervioso y todavía más desde el incidente recientemente acaecido. No sabía si alegrarse o llorar; se daba cuenta de lo que podría significar aquello, era una de las extrañas ocasiones en que alguien se había rebelado contra los malaki. Krulem sabía eso, así como también sabía que corría peligro, que todo el mundo en el pueblo corría peligro, ya que los malaki darían la voz de alarma por sus compañeros perdidos y se pondrían a investigar, y entonces nadie estaría a salvo.

Sin embargo, no podían pasarse así toda la eternidad, algo como aquello se veía venir. Entonces se movió hacia la mesa que ocupaba el ya menos agotado Cradum y su hijo, que lo custodiaba.

—Muy bien, muchacho, ¿qué piensas hacer ahora? —dijo mientras se sentaba al lado de Cradum —, tendrás idea del alcance de lo que has hecho, ¿verdad?

—Sí, no te preocupes, yo lo arreglaré —su sonrisa apareció, pero estaba velada, incluso a ella le costaba demasiado salir a la luz.

Krulem dejó escapar el aire por su nariz, algo confuso por la presuntuosidad de Cradum al pensar que él solo se bastaría para solucionar aquel grave problema.

El silencio llenó la estancia, el joven miró a su padre y éste, percatándose de lo que aquello significaba, se dio una palmada en la cabeza, como acordándose repentinamente de algo. Carraspeó y dijo:

—Por cierto, el individuo al que le salvaste la vida, que nos ha metido en este lío, y por quien casi no salimos vivos... —hizo una pausa dirigiéndole una mirada cargada de reproche al joven — es mi hijo, Nomir.

—Encantado —respondió Nomir, visiblemente afectado.

—Bien, yo soy Cradum, aunque ya conocías mi nombre


Continúo dejando el comienzo de los capítulos, el tema de reajustes, ahora mismo, está algo parado por las vacaciones, el autor ya ha leido su proyecto, con muy buena nota,por lo que ya es Ingeniero Químico

martes, 7 de julio de 2009

Capítulo I: Cradum nat Domir

Dredis entró como una exhalación y se dirigió lentamente hacia el salón de estar, donde se encontraba el herido en una especie de improvisada cama construida a base de un colchón de plumas y una colcha de pana, además de dos mantas de suave lana. El mago advirtió el vendaje del hombro, lo manipuló con gran habilidad y dejó escapar un murmullo de aprobación. Kfindir había seguido al mago a la estancia y vigilaba de cerca sus movimientos. El mago retiró con cuidado los vendajes, un fuerte olor a sangre y especias llenó la habitación:

—Hmmmm... —murmuró —se trata de un tajo de arma pesada en el hombro izquierdo, esas heridas suelen ser mortales, teniendo en cuenta el gran flujo sanguíneo en la zona... —dijo más para sí mismo que para la mujer.

—Eso... eso significa... —aventuró tímidamente Kfindir.

—Que debería haber muerto —respondió el mago con brusquedad



El libro continúa aún en proceso de ajuste, por lo que voy poneindo pequeños trozos del mismo, espero que os guste, más adelante seguramente ampliaré algo más