miércoles, 19 de agosto de 2009

Capítulo III: Cradum tiene algo que decir

Kfindir se encontraba sola sentada en su butaca preferida. Lo cierto es que era una verdadera obra de artesanía; estaba realizada a base se corís de los bosques, una rara especie de árbol pocas veces vista, tan pocas que incluso los había que negaban su existencia y afirmaban que todos los objetos fabricados con esa madera sólo representaban un intento de estafa. Mucha gente era la que había intentado encontrar algún ejemplar en las profundidades de los bosques de un lejano país, pero muy pocos eran los que lograban salir con un pedazo de madera de corís.

Pero el valor de este árbol no es sólo de coleccionismo, además tiene unas características que lo hacen deseable por cualquier artesano: la madera se trabaja bien, es de un color marrón oscuro, y dura mucho tiempo, incluso a la intemperie puede resistir las adversidades durante más tiempo de lo que el mismo material de cualquier otra especie arbórea podría soportar. Dejando a un lado las cualidades de la madera de la butaca de Kfindir, pasaremos a exponer el elaborado diseño, las patas estaban salpicadas de preciosistas motivos a base de hojas de árboles, para pasar a las flores que adornaban los brazos. En la espalda de la silla se podía contemplar un gran ejemplar de dragón pintado de rojo con las alas extendidas, amenazador. Por si eso fuera poco, la butaca había pertenecido a la ya difunta madre de Kfindir, la cual también la utilizaba para coser, dotándola de un merecido valor sentimental.


Ya sabéis voy poniendo, el comienzo de los capítulos, de momento para que se vaya viendo un poco del libro,