lunes, 31 de mayo de 2010

Capítulo XVI: El gemido de la tierra en honor al héroe caído

La mañana siguiente tardó en llegar. Ninguno de los tres compañeros fue capaz de conciliar el sueño, pues los engranajes de sus cabezas se negaban a hacer un alto. Nomir se encontraba dando vueltas en su lecho, puesto que el sol aún no se había alzado mucho sobre el cielo, cuando escuchó la voz de Cradum.
—¡Nomir! ¡Abre la puerta!
Nomir acudió raudo. Abrió y se encontró de frente contra Cradum, Sirio, la reina Tristania y el príncipe Welty, que entró como una exhalación, instando al resto a seguirle. La reina pasó con delicadeza. Su rostro ya no sonreía. Y por último detrás entró Sirio, quien echaba una última mirada por si a algún soldado le parecía que aquella visita era más extraña de lo normal.
—Joven Nomir —exclamó Welty.
Nomir reparó en que aquella mañana su estilo no era tan ostentoso, probablemente debido a que le habían sacado rápidamente de su lecho.
—En nombre de Silona te concederé la medalla al Valor tan pronto como me devuelvan mis cargos.
Nomir se quedó sin palabras, y acabó por limitarse a hacer una reverencia.
—En mi nombre también te doy las gracias, Nomir —expresó la reina con tristeza mal disimulada.
—Creí conveniente decírselo también a Welty. Creo que su apoyo podría sernos de gran utilidad —explicó Sirio. Ahora su forma de hablar, elaborada en tanto en entonación como en palabras no difería mucho de la de aquella gente.
—Pues has creído bien, amigo mío —concedió Welty —No puedo permitir una traición así en Silona, ¡debemos actuar ya!
Y se echó la mano al cinto donde llevaba la espada, como si fuese a matar a alguien allí mismo. La reina tuvo que apagar sus ánimos exaltados.
—Tranquilidad, mi príncipe —concilió Sirio —no debemos precipitarnos, debemos caminar con cautela. Al igual que yo confié en vos, vos debéis confiar en mí.


Otro capítulo más, el libro sigue sin publicarse pero vosotros tenéis aquí los comienzos del mismo

jueves, 13 de mayo de 2010

Capítulo XV: Sobre el inexplicable descubrimiento de Nomir y el movimiento de la Hermandad

Por los entramados del jardín se había encontrado con varios guardias más, pero el resultado al verle fue el mismo que había obtenido con anterioridad. No le hacían mayor caso que a una mosca que interrumpiese su visión unos zigzagueantes instantes. De repente tuvo la idea de imitar a Sirio, como en la aventura nocturna que les había relatado. Nomir se salió del camino, sin dejar de sentir la parte de él que le decía que se trataba de una locura, y se fue ocultando entre los arbustos y plantas. En una ocasión un guardia oyó un ruido y le siguió un rato, discutiendo con un compañero que por lo rauco de su voz se le antojaba grave y adusto. Para salir del recinto del palacio, no le quedó más remedio que encaminarse a la entrada del puente. Los guardas no hicieron el menor gesto de impedirle el paso, pero le miraron con extrañeza cuando salió de la espesura. Sus pisadas resonaban contra la piedra del paso empedrado hacia la ciudad. Cuando iba aproximadamente por la mitad, se frenó, pues el paisaje que tenía ante él cortaba la respiración.
La luna en forma de “C” invertida se recortaba contra la superficie del lago, donde también se reflejaban las diminutas chispas de luz, lágrimas palpitantes nómadas extraviadas de la bóveda celeste. Tal era la suavidad del espejo del agua que hasta las nubes peregrinas que pasaban cercanas a la luna eran visibles sobre su superficie, cual fantasmas negros reflejo de las pesadillas de los durmientes. Aquella noche el silencio era total. Ni siquiera había viento, que otras veces levantaba surcos sobre el líquido elemento, pues la tierra contenía la respiración hipnotizada ante tanta belleza. Más lejana, Nomir imaginaba la muralla de árboles que se encontraban a la vera del lago, elevando sus ramas hacia la noche. Pero reparó en que en aquella solitaria zona el frío cobraba intensidad, así que rápidamente dirigió sus pasos hasta la ciudad.


Sigo poniendo el comienzo de los capítulos, estamos ya en el XV y aún no sabemos fecha de edición, hay que tener paciencia.