sábado, 19 de junio de 2010

Capítulo XVII: Que trata del encargo que el Director Supremo Dredis tenía para Sirio y Cradum

El túnel se estrechaba a medida que avanzaban. A Sirio llegó a costarle andar cargando con Cradum, pues el camino apenas tenía anchura suficiente para permitirles el paso. Al final, un arco desembocaba en unas escaleras, señalando los confines de las alcantarillas en ruinas, donde unas escaleras les condujeron hasta una sala con cuatro paredes desnudas de fría roca. La luz velada del sol era suficiente para herir los ojos de los dos compañeros, malacostumbrados a su ausencia. Sirio parpadeó efusivamente, depositó a Cradum recostado contra una pared y se asomó al exterior.
Una fina mortaja gris cubría el cielo, posándose sobre las colinas circundantes como besos de una fina sábana, ocultando la luz, contagiándoles a las personas su melancólica sinfonía de silencio.
Una patrulla pasó justo delante de él corriendo. Se trataban de unos seis guardias de Silona. Sirio reparó en que portaban una cinta amarilla enroscada en el brazo izquierdo, lo que le hizo pensar que probablemente serían partidarios de la Hermandad. Decidió ir a buscar a Cradum, y comprobó que su estado no había empeorado, pero tampoco había mejorado. Volvió a cargarlo sobre sus hombros y ambos se dirigieron a la salida. Esta vez otros cuatro guardias de Silona, sin banda amarilla, corretearon en la dirección contraria a sus homónimos, voceando y alzando sus armas como si en ello les fuera la vida. Sirio miró hacia uno y otro lados, comprobando la ausencia de peligro, y posó su pie sobre la calzada.

Era evidente que se encontraban en la zona del gremio de pescadores, si bien en la amplia calle no había ni uno solo de ellos en esos conflictivos momentos. Aún así, los cadáveres escamosos esparcidos por el suelo delataban su anterior presencia. Cradum mantenía los ojos cerrados, mientras gotas de sudor se deslizaban por su rostro hasta el suelo, ¿qué diantre le habrá ocurrido?¿Habría contraído alguna extraña enfermedad en las insalubres mazmorras? Al llegar a un cruce, Sirio observó que unos pasos adelante en una de las calles, unos veinte guardias luchaban entre sí en medio de gritos de gloria y sangre. Uno de los soldados se estrelló contra el suelo, atravesada su garganta por una espada


Esta vez no pongo el principio del capítulo ya que es muy esclarecedor respecto a la obra, es del capítulo más vanazado, continuamos sin ue se haya publicado