miércoles, 17 de junio de 2009

Prólogo


Amanecía un día despejado sobre las llanuras suavemente curvadas de Ad-Narión, la primavera había llegado sorprendentemente pronto aquel año y el lacerante calor ya obligaba a colgar el abrigo y a utilizar el tusak en su lugar, prenda típica de la región constituida por algodón y que podía llevar mangas cortas. El núcleo urbano más importante era considerado el poblado de Naram. Sus habitantes, dedicados a las tierras en su mayoría, habían tenido que trabajar largas horas durante el crudo invierno; pero ahora veían su descanso en el cálido sol matinal.

Un suave olor a barro húmedo mezclado con hierba machacada se filtraba por las rejillas de una de las ventanas de la casa de Kfindir, una agradable mujer de unos cuarenta años, pelo castaño recogido con un pañuelo naranja bordado de margaritas, unas flores abundantes en aquellas praderas. Esa mañana de principios de marzo se había levantado de la cama bastante antes de lo acostumbrado, el motivo era un extranjero que el día antes habían traído al pueblo herido en un hombro, desde entonces se acordó que Kfindir se encargase de su cuidado debido a su buen conocimiento de las hierbas curativas. Durante generaciones, Ad-Narión tuvo una gran tradición con las hierbas aromáticas: lavanda, romero, menta, hierba-luisa, valeriana... son sólo algunos de los ejemplos de plantas cultivados por los habitantes de la región; preparan las tierras y las siembran a finales del invierno, y en el verano ya pueden obtener los primeros resultados, sobre todo hay que destacar la flor de la luna; la cual florece de noche y resulta tremendamente útil para cicatrizar las heridas, y además tiene un toque analgésico.


Este es el comienzo del prólogo, espero que os vayan gustando los fragmentos que voy poniendo aquí


2 comentarios:

hécuba dijo...

Hola, silvo. Pues aquí estoy dispuesta a leerlo :).
Un beso!

silvo dijo...

Muchas gracias Hécuba esa sonrisa uqe estoy viendo ahora mismo que no falte nuca, otro besote :-)