viernes, 30 de julio de 2010

Capítulo XIX: Una batalla que cambiaría Tanuiitt

Faric se paseaba nervioso de un lado a otro de las murallas con sus manos enlazadas a su espalda, el paisaje que veía era desolador, la desmoralización había sacudido los cimientos de su ejército, asestando un violento golpe que había agrietado las columnas de sus esperanzas.
Debajo, los soldados corrían de un lado para otro mezclándose con los ciudadanos, que colaboraban trayendo aceite para hervir, hachas y otras herramientas. En las casas de guardia hervían filas interminables de voluntarios, que reclutaban a milicias y les asignaban unidades y números. Más allá de la protección de las murallas beiges se extendían unos parajes de colinas y llanos, que ostentaban colores amarillentos, pues el verano había secado los cereales. Y más allá aún el horizonte se fundía contra una noche artificial. Era cerca del mediodía, y sobre la ciudad brillaba un sol que no calentaba, que enviaba una luz deslucida, como si bajo el cielo hubiera aparecido una delgada pátina de hielo, y más allá una oscuridad suprema reinaba por encima del ejército que se acercaba. Pero no era una oscuridad como a la que Nomir, Sirio y Cradum se habían enfrentado en las minas, densa y húmeda, ésta era un oscuridad clara, vacía, que no oprimía, pero que sí aterraba, una plaga sin rumbo, un veneno sin antídoto, una noche sin estrellas.


El libro sigue sin noticias de cuando se publicará, mientras el tiempo continúa transcurriendo, pongo el comienzo del siguiente capítulo, el autor acaba de leer una tesis sobre captación de gases de efecto invernadero con lo que puede disponer de más tiempo para escribir ya que el último año trabajaba e iba a la Universidad a diario

No hay comentarios: